sábado, 20 de enero de 2018

CAPITULO 59





Finalmente, Pedro había empezado a estudiar como un loco quedándose más de una noche en vela para conseguir esas estúpidas llaves, ¿y qué había conseguido a cambio? Pues que Paula mirara recelosa sus ojeras todas las mañanas pensando que estaba teniendo una aventura con alguna de sus clientas.


Aunque su eficiente ayudante no dijera ni una sola palabra acerca de ese hecho, lo hacían por ella las múltiples cotillas que pasaban por su consulta fijándose hasta en los más minimos detalles y dándole algún que otro consejo barato sobre lo que debía hacer.


¿Es que todo el maldito pueblo estaba pendiente de su relación amorosa? ¡Joder! ¿No tenían otra puñetera cosa que hacer o con lo que divertirse?


Las continuas intervenciones de sus vecinos le hicieron llegar a la conclusión de que la pizarra de apuestas de Zoe estaba nuevamente en pie y todo el pueblo había comenzado una vez más con sus juegos, y, para su desgracia, la aburrida población de Whiterlande parecía tenerlo a él en su punto de mira, y era de su relación con Paula sobre lo que todos hablaban sin dejar de analizar en todo momento cada una de sus acciones y de sus estúpidas meteduras de pata.


Porque no había duda de que, junto a esa mujer, siempre acababa haciendo el imbécil de una manera u otra. Muestra de ello era cómo había tenido que aprender decenas de datos inútiles sobre arquitectura neoclásica y la historia de cada uno de esos maravillosos lugares para que la elección de la casa de Paula fuera la más adecuada.



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